Probablemente ni en nuestras peores pesadillas nos hubiéramos imaginado algo así, un día todo parece “normal” y al otro llega el COVID-19 a desestabilizar al humano en todos los sentidos, y digo al humano porque es el único que encuentra inconveniente en todo esto, ya que la tierra lo ha acogido como su salvador.
Ya ha pasado poco más de mes y medio desde que se abrió el telón a este caos, ha dado tiempo de asimilar al menos la noticia y darnos cuenta de que esto que ha sucedido es tan real como nosotros mismos, pero lo cierto es que jamás pensamos que algo así podía suceder.
El ser humano conoce de todas las desgracias mundiales pero la soberbia de este, es tan notable que creemos con total seguridad que eso no pasará aquí, que eso no nos sucederá a nosotros.
Hasta hace poco, veíamos ajeno todo lo que sucede en otros países, países en guerra o que sufren catástrofes naturales, algunos en conflictos políticos donde la ética hacia las personas brilla por su ausencia, personas que mueren de hambre y graves enfermedades. Lo veíamos como una película de ficción que no iba con nosotros, pero ahora nos damos cuenta que incluso algo tan pequeño como un virus puede sacarnos del juego de la vida.
El ser humano da por sentado que el mundo es suyo, que puede controlar las leyes del universo, pero lo cierto es que todo lo externo se sale de nuestro control y en este tipo de circunstancias debemos comprender que lo único que podemos controlar es, el cómo queremos vivir todo lo que va sucediendo a medida que transitamos este camino de la vida.
Esto nos ha ayudado a darnos cuenta que también somos vulnerables y que no estamos exentos de nada, no importa el país en el que vivimos o que tengamos buenas condiciones económicas y sociales, eso no nos sirve para nada, no nos hace inmunes a vivir situaciones de caos, no nos hace inmortales.
Por ello siempre hablo del valor de estar vivos y de lo importante que es aprender a vivir la vida plenamente y a cada segundo, porque nunca sabemos lo que puede suceder en el camino. Y no se trata de vivir con miedo y estresados en aprovechar cada segundo porque quizás podemos morir mañana, simplemente se trata de valorar y apreciar cada segundo de vida, de gozar buena salud, de disfrutar de los seres que amamos y de agradecer lo más importante, la vida.
Esta pandemia ha traído muchos problemas sociales, económicos, de salud tanto física como mental pero lo más duro que nos ha traído son las pérdidas de nuestros seres queridos.
Esas que son inevitables, que forman parte de la vida pero que a pesar de entender esto y de saber que somos seres mortales nunca queremos hablar de ello, como si una parte de nosotros creyera realmente que eso nunca va a pasar. Pero algún día pasará y sin control del cómo o cuándo.
Con todas las palabras que ahora mismo escribo quiero llegar a esa parte nuestra que nos dice que tiene miedo a vivir, sí “Miedo a vivir”. Cuando alguien me dice que le teme a la muerte, realmente lo que le sucede es que le teme a la vida, le teme a que cuando llegue el momento se dé cuenta de que no ha sido feliz y de que no aprovechó cada segundo que tenía para ser su mejor versión, para amar y compartir con los seres que amaba.
Por tanto ¿A qué esperas para ser tu mejor versión?
Recuerda que tienes una vida de ventaja, no la desaproveches y vive plenamente.
Abrazo inmenso