Feliz entrada al mes de agosto queridos lectores, en este mes les traigo un artículo algo diferente donde nombro algunos mitos y creencias puestos en frases que nos limitan, no solo ante el duelo cuando tenemos una pérdida, sino ante la vida antes de que esta se produzca.
- “Cuanto más dolor siento y más tiempo me quedo anclado, más le quiero”
Quedarse en el dolor por mucho tiempo no quiere decir que amaste mucho, quiere decir que amaste mal. Si lloras porque un ser querido perdió la vida que era tan importante, ¿Qué derecho tienes a desperdiciar la tuya poniendo el dolor por delante del amor?.
Sentir dolor y llorar la pérdida forma parte de la elaboración de duelo, pero no es una forma de vida. No le hagas un altar al dolor para quedarte anclado. Bendice haberlo tenido en lugar de maldecir haberlo perdido.
- “Un hijo no puede morir antes que sus padres”
Cuando nacemos venimos con un contrato de vida donde está escrito que somos seres mortales, pero eso no trae una condición de edad, ya que en cualquier momento la muerte puede venir a nuestro encuentro. Sé que los padres que han perdido a un hijo quisieran haber pasado más tiempo con ellos, enseñarles más cosas y verlos realizarse en todos sus sueños, pero no se puede proteger a un hijo por encima de su destino. Esta creencia limita hasta el punto de sentir que la vida pierde sentido, pero la vida no se acaba cuando un hijo muere, sino cuando mueres tú. Y ser padres es un cargo para toda la vida, no mientras dure la de tu hijo, sino mientras dure la tuya.
- “Si vuelvo a ser feliz estoy dejándole de querer”
El amor y el dolor no pueden ir a la vez, por ello ser feliz no es falta de amor. Volver a ser feliz después de una pérdida es decirle sí a la vida y al amor que tenemos por esa persona que ya no está, porque el amor es más grande que todo y ni siquiera la muerte se lo puede llevar. Aprender a ser feliz después de la pérdida es el amor más grande y sincero que puedes sentir, pues no necesitas de una forma concreta para eso. Sé feliz y vive con intensidad la vida que ese ser ya no puede.
- “Él/ella no se merecía morir”
Si la muerte formara parte del merecimiento habría un juez de vida, pero no existe nadie allá arriba que sea juez de nuestros actos. La muerte es algo que forma parte de la vida, no tiene que ver con la justicia ni el merecimiento. Todos tenemos una fecha de partida, pero no la tenemos definida, por eso hay que vivir plenamente cada momento.
- “Rehacer mi vida es traicionarle”
Seguir adelante con la vida implica abrir los brazos a aquello que está por venir. Ante la pérdida de la pareja muchos creen que ya perdieron el derecho a rehacer su vida, pero su muerte no fue tu culpa, y la verdadera traición si no te dieras el permiso de volver a ser feliz sería hacia ti. La persona que te amó, querría tu felicidad y eso no significa quedarte anclado al dolor. Vive tu duelo, tómate el tiempo que necesites y si la vida te presenta a un nuevo amor, honra el que ya tuviste dándote la oportunidad de volver a ser feliz.
- “Tienes que ser fuerte”
Cuando vivimos una pérdida, se necesita tener mucha fuerza de voluntad para seguir adelante, para aprender a vivir de nuevo con lo que pasó, pero eso no desplaza el dolor; hay que vivir el proceso de duelo, pasar a través del dolor para luego poder seguir adelante. No tienes que ser fuerte siempre, ser vulnerable forma parte también de nuestro aprendizaje, date el permiso de expresar lo que sientes, date un tiempo para eso y luego toma las riendas de tu vida para volver a ser feliz.
- “Él/ella lo es todo para mí”
¿Cómo? y cuando esa persona no esté, ¿no existe más nada?
Esta creencia nos limita en la vida, pues mientras esa persona está viva, vivimos por y para ella y cuando no esté en este plano o simplemente se aleje de nosotros nos costará encontrar nuestro propio camino. Nadie es todo para nadie, ni siquiera en la relación de madre e hijo. La vida es mucho más que una sola persona, y hay que aprender esto para poder vivir en plenitud.
- ¿Por qué a él/ella si era tan bueno/a?
¿Y por qué no?. Estas son preguntas sin sentido que nos mantienen en bucle pero hay algo que debemos saber y es que todos somos candidatos a que nos pasen cosas buenas y no tan buenas, “a los buenos nos pasan cosas buenas y malas y a los malos también”. Lo que podemos preguntarnos es ¿Qué puedo hacer con esto que pasó?, esa es una pregunta que nos llevará a reconstruirnos después del dolor.