¿No les ha sucedido el hecho de intentar abrir una puerta con la llave equivocada? Bien; traslademos eso a la vida, a todas esas puertas que se nos presentan, o qué simplemente creemos que se presentan para nosotros, pero la llave no coincide con la cerradura.
Sucede en cualquier ámbito de la vida, pero cuando sucede entre las personas es algo más complejo. Nos dejamos llevar no solo por cómo nos sentimos nosotros, sino por la percepción que recibimos del otro y eso no siempre coincide con la realidad, pues si la puerta no se abre, es que en esa habitación de la vida no hay espacio para ti.
Al ser humano le cuesta comprender que no siempre puede estar donde desea, el ego se impone ante la idea de “yo siempre consigo lo que me propongo”, pero esa frase sale fuera de contexto cuando va más allá de esforzarse para lograr algo. Es como si estuviera impuesto que tienes que formar parte de la vida de la otra persona, ya sea amigo, pareja, familia. Pero al igual que una llave no se hizo para todas las puertas, una persona, no se hizo para formar parte de la historia de todos los que se le cruzan en el camino.
Hay personas e historias que vienen para quedarse y hay otras que simplemente suceden porque es una forma de transmitir un mensaje importante, y normalmente si el mensaje no te llegó a pesar de todo, se volverá a retransmitir en otro escenario, en otro tiempo; pero siempre con la misma información. De ahí viene esa pregunta tan recurrente para el ser humano “¿Por qué siempre me pasa lo mismo? Y justo ahí en ese momento debes preguntarte ¿Qué es lo que no he visto, qué información no estoy queriendo ver?
Ver con los ojos del cuerpo físico es algo natural y sencillo para quienes tenemos la gracia de tener una vista sana, pero ver con los ojos del alma es ver nuestro interior; ese gran universo del “Yo soy” y eso a nadie le resulta cómodo hacerlo. Es más sencillo pensar que por una gracia divina tenemos mala suerte en la vida, pero les aseguro que no hay un Dios o un universo midiendo cada cosa que hacemos para mandarnos la buena o mala suerte.
Las cosas simplemente suceden porque convienen, y si alguien llegó a ti, pero al entrar, la puerta no abre, quédate con el mensaje de lo que esa persona significa para ti, ¿Cómo te sientes cuando estás con ella? ¿Qué cosas viviste?… Justo ahí en lo que fue pero no se quedó está el mensaje que realmente necesitas para darte cuenta que no tenías la llave equivocada por mala suerte, sino porque esa puerta no te corresponde, no es la habitación de la vida en la que debes quedarte.
Todos tenemos puertas que están ya casi con la cerradura a punto de decirnos que paremos. Y tú ¿Estás forzando alguna puerta?
Abrazo de luz