Feliz entrada al mes de enero queridos lectores, comenzamos un nuevo año y con el deseo para ti el mayor de los propósitos, VIVIR.
En este comienzo de 2023 he querido hacer honor al querido Jorge Bucay y a uno de sus hermosos cuentos para pensar, yo los llamo “cuentos para la vida”. ¡VIDA! ¿Crees que el tiempo vivido es igual a tus años?
El buscador, por Jorge Bucay:
Tal dice en su cuento que había un señor para el que su vida era una búsqueda constante, y un día sintió que debía emprender camino hacia la ciudad de Kammir. En el camino y poco antes de llegar al pueblo llamó su atención una colina donde lucía el verde de las plantas y los árboles junto a la infinidad de colores en flores. Se sintió invitado a entrar entre tanta hermosura y comenzó a caminar lentamente entre las piedras blancas que encontraba al azar, entre los árboles.
Él era un buscador y quizás por eso descubrió la inscripción sobre una de esas piedras, que decía: “Abdul Tareg, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días.”
En ese momento se dio cuenta de que aquello más que una piedra, era una lápida y sintió una gran pena al saber que un niño estaba enterrado en ese lugar.
Cuando alzó la mirada a su alrededor se dio cuenta que la piedra de al lado también tenía una inscripción, que decía: “Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas”.
En su gran conmoción se dio cuenta de que aquel lugar era un cementerio y cada piedra, una tumba, pero se preguntaba entre terror y llanto cómo era posible que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los once años.
El cuidador del cementerio que pasaba por allí se acercó y le preguntó si lloraba por un familiar, a lo que él le contestó que no tenía ningún familiar allí, y le preguntó ¿qué sucede en este pueblo que hay tantos niños muertos, qué maldición es esta?
El anciano lo tranquilizó y le sacó de su equívoca idea al decirle que no existe ninguna maldición, pero sí una vieja costumbre; “cuando un joven cumple quince años, sus padres le regalan una libreta para que se la cuelgue al cuello. Es tradición que, a partir de ese momento, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella”:
A la izquierda, qué fue lo disfrutado.
A la derecha, cuánto tiempo duró el gozo.
Así, vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos, le dijo el anciano.
Cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado para escribirlo sobre su tumba. Porque ese es para nosotros es único y verdadero TIEMPO VIVIDO.
Estar vivos es una cosa y vivir es otra completamente diferente, pues “Vivir, es aquello en lo que pensamos y de lo que nos arrepentimos no haber hecho en el momento que pudimos”.
No todos los momentos se prestan a vivirlos en gozo y disfrute, pues el dolor también forma parte de la vida, pero al igual que no tenemos elección ante lo dado no pedido de la vida que nos causa tristeza, sí que la tenemos a la hora de decidir cuánto tiempo vamos a quedarnos en ella.
Todo viene, pasa y se transforma siempre que tú des el permiso para que eso que pasó siga su camino, estando abierto a seguir adelante con la vida, a dejarte sorprender por lo que llega después, a disfrutar el momento que le sigue, incluso a pesar del dolor. Porque la vida realmente tiene una frase inmejorable y es que “La vida, sí que VALE LA PENA vivirla intensamente”.
¿Cuánto tiempo vivido pondría en tu lápida si murieras hoy?
Pase lo que pase, no te quedes sin vivir por mucho tiempo.
Te abrazo inmenso.