La pérdida de un hijo/a.

¡Bienvenido mayo queridos lectores! Como siempre, es un placer saludarles cada mes desde este espacio, este sitio especial donde puedo compartir no solo mis conocimientos, sino también mi sentir y experiencia a través de mis vivencias y de las de otras personas. Así que gracias por formar parte de este espacio, sin ustedes ningún artículo tendría sentido.

En esta ocasión les escribo sobre lo que yo creo es uno de los mayores dolores que la vida nos pueda presentar, lo considero incluso sin haberlo vivido, así que no puedo ni imaginar lo que realmente se puede sentir. Y por ese motivo trato esto con mucho respeto y amor a quienes sí lo han vivido y no saben cómo seguir adelante con la vida.

El dolor por la pérdida de un hijo solo puede ser medido por la persona que lo está viviendo. Cada dolor es único y el nivel de importancia no lo da un baremo, lo da el amor.

La muerte de un hijo golpea en muchos sentidos a un padre y una madre. Uno de esos golpes va hacia el merecimiento, creyendo que no merecen ser felices porque ya su hijo/a no pueden vivir todo aquello que querían. Y quiero decirles que sí merecen vivir plenamente la vida. Hacerlo es una forma de honrarlos y de darle sentido a su muerte, que esta no sea en vano. Recuerden que “ser padres es un cargo de por vida, pero no mientras dure la de tu hijo, sino mientras dure la tuya”.

Seas creyente o no, quiero que imagines que al final de tu vida te reencuentras con tu hijo y te pregunta ¿qué has hecho después de que me fui? No creo que quieras decirle que te dejaste morir en vida por su ausencia y que su valor terminó cuando lo hizo su vida.

Sé que quizás no estés de acuerdo con esto que te cuento ahora, que quizás necesitas tiempo para integrar, aceptar y reasignar lo que la vida te pidió y no estabas dispuesto a darle, pero todo tiene su tiempo, incluso el dolor.

Otro sentido en el que golpea la muerte de un hijo es creer que no lo cuidaste lo suficiente, y aquí he de decirte que “No se puede cuidar a nadie, ni siquiera a un hijo por encima de su destino”. Estoy segura de que hiciste todo lo que podías siempre para cuidarlo y sé que si realmente pudieras haberlo evitado habrías dado tu vida a cambio. Por ese motivo no debes culparte, ni castigarte por algo que jamás hubieras querido que sucediera, aún y cuando quizás pueda haber una corresponsabilidad con los hechos, sé que si hubieras sido consciente totalmente y hubiera estado en tu mano le habrías salvado.

No te castigues por algo que se te escapaba de las manos, más bien deja que se escapen de tus manos la culpa y el resentimiento hacia ti.

La vida y la muerte no es algo que podamos elegir, pero sí que podemos decidir cómo afrontar cada una de ellas, y esto no tiene nada que ver con el “falso positivismo” de; aquí no ha pasado nada, sí pasó y después de permitirte estar triste por ello y tomarte el tiempo necesario hay que volver a incorporarse al sendero del camino de vida, camino que cambió, pues “nunca nada volverá a ser como antes, pero si puedes aprender a vivir con la nueva realidad y volver a ser feliz”.

Nunca olvides que “no perdiste, ganaste a la persona más maravillosa que la vida te pudo entregar”. Honra y agradece su vida en lugar de maldecir su muerte, pues no creo que hubieras preferido no tenerlo, por no vivir el dolor de haberlo perdido.

Quiero decirte que incluso con todos los errores que crees haber cometido, has sido la mejor madre y el mejor padre que tu hijo tiene, y digo tiene porque, aunque ya no esté su presencia física, sigues teniendo un hijo. Recuerda que solo cambió la forma de tenerlo, pero no el hecho de que sigue siendo tu hijo. 

Cuando se decide traer un bebé al mundo no te entregan un manual de cómo ser los mejores padres, el manual lo creas tú paso a paso de cuidado, error a error cometido que te lleva a aprender cómo se hace con tu hijo y no con el hijo de otro, por eso no existe un manual genérico, éste es personal e intransferible.

Honra la vida de tu hijo, honra la tuya por haber estado en los mejores y en los peores momentos, por ser valiente en todas las circunstancias incluyendo aquellas en las que deseabas huir, pero no lo hiciste, tampoco huyas de esta. Acoge el dolor de tu pérdida, apóyate en familiares, amigos y profesionales que te guíen el camino hasta que tus ojos dejen de estar empañados por las lágrimas, pero no te dejes morir. 

¡Vive! por ti, por tu hijo y por el gran valor que tiene seguir vivo.

Abrazo de luz.

Scroll al inicio
Abrir chat
Hola ????
¿En qué puedo ayudarte?