El apego ante la pérdida de un ser querido


En este caso hablaré del apego como ese vínculo que tenemos hacia una persona y que se establece desde el momento del nacimiento con nuestros progenitores. La función de este es la de asegurar la supervivencia. Necesitamos que nos cuiden y ahí empieza ese gran vínculo instintivo tan necesario para sobrevivir en la primera etapa de vida. Esto es normal en esta primera etapa, pero a medida que vamos creciendo debe ir incorporándose esa pequeña independencia que nos haga hacernos cargo de nosotros mismos. 

Pero en esta ocasión quiero hablar de este tema enfocado a la pérdida de un ser querido y a las creencias erróneas que nos llevan al sufrimiento. Ser conscientes de esas creencias nos ayuda a comprender mejor el dolor ante la pérdida y nos ayuda a vivir la elaboración del duelo de una manera sana. 

Y una de ellas es creer en la permanencia, pero lo cierto es que somos seres finitos y es algo que está plasmado en nuestro contrato de vida. Si hay algo cierto en la vida es la muerte y tomar consciencia de que nada permanece siempre en el mismo estado nos ayudaría a afrontar las pérdidas e integrarlas desde el amor, y no quiere decir que no sintamos dolor ante esa pérdida, pero cuando conoces las reglas del juego avanzas de casilla sabiendo que en algún momento puedes perder. De ahí la importancia de vivir el aquí y ahora porque “Hoy es, mañana no sabemos”. 

Es importante también comprender que la felicidad no es un estado permanente. Aferrarnos a que lo externo nos de seguridad no garantiza nuestro bienestar, pero si nos sentimos seguros por nosotros mismos podremos afrontar cualquier circunstancia por más dura que sea.  

Ahora traslademos esto a la pérdida de un ser querido y es que, si sentimos que nuestra seguridad depende de esa persona, cuando nos falte, nos encontraremos en situación de peligro y perdidos. Esto es normal que suceda cuando aún somos infantes y dependemos de la figura protectora, pero no en la adultez. 

El apego juega un papel muy importante, por ello gestionarlo es vital para seguir adelante en el camino de nuestra historia a pesar de las pérdidas. 

Empecemos por tomar consciencia de que la vida está llena de ciclos de principios y finales, que nada dura para siempre. La muerte no debería ser un suceso que nos lleve a la culpa o arrepentimiento, sino un aliciente a valorar cada segundo de vida con ese ser querido disfrutándolo y no sintiendo miedo por perderlo. 

Por otro lado, practicar el desapego es una tarea que nos servirá a la hora de enfrentar las pérdidas comprendiendo que “Te elijo, pero no te necesito”, que “Prefiero estar contigo, pero puedo estar sin ti”. Recuerda que la felicidad corre a nuestro cargo y que nadie nos puede aportar lo que nosotros no nos damos. 
 

¿Cómo lo ponemos en práctica? 

  • Recuerda que eres responsable de ti mismo. Nadie puede andar el camino por ti, debes tomar responsabilidad y ser consecuente con todo lo que acontece. 
  • Vive en el “Aquí y Ahora”, acepta las cosas como vienen y céntrate en el presente. Hay cosas que no puedes controlar, simplemente fluye. 
  • Acepta los cambios y aprende de ellos, quedarnos con ese mensaje que nos quiere transmitir para nuestro avance y evolución. 
  • Agradece lo que si tienes en vez de maldecir lo que perdiste. No vivas pensando constantemente en lo que te falta, no entres en ese bucle de insatisfacción. 
  • Coge una hoja y un boli y hazte esta pregunta ¿Qué es lo peor que puede ocurrir si me falta esta persona? Desde ahí encontrarás que necesidad cubres con el otro y así podrás empezar a trabajar para cubrirla tú mismo. 

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