Feliz entrada al mes de septiembre queridos lectores, una vez más quiero compartir con ustedes un poco de Tanatología para la vida, esa que nos ayuda para seguir adelante aún y cuando no sepamos hacia dónde dirigirnos.
En esta ocasión quiero hablarles de la oportunidad de todos aquellos momentos que nos han traído infelicidad, tristeza y un inmenso dolor. Quizás ahora tú que lees esto y estás viviendo un gran dolor te preguntarás ¿cómo puedo ver algo bueno o sacar una oportunidad de esto? Suena quizás frío así de primeras, pero no se trata de quitarle importancia al dolor sino de encontrarle el sentido que nos ayuda a seguir adelante. Buscarle un sentido a eso que pasó y obtener el mayor aprendizaje posible de esa experiencia, tanto de la circunstancia en sí como de todo lo que vino después de ella, porque a veces no se trata solo de lo que pasó sino de todo lo que vino después. Un gran dolor no viene solo, viene con complicaciones a nivel material – terrenal, emocional y espiritual y todas juntas son como una bomba expansiva que nos deja la vida como tal ciudad que queda destruida después de una guerra.
Y cuando hablo de oportunidad no entra en ella el “falso positivismo” de seguir como si nada hubiera pasado. En la oportunidad entran otras cosas cómo el obtener sabiduría ante la vida, pues en los peores momentos se construyen las mejores personas y quien ha vivido un gran dolor sabe bien de lo que hablo.
Se suele decir que las mayores oportunidades siempre nacen de las grandes crisis y es que sin crisis no hay crecimiento, porque la comodidad forma parte de la rutina y se vuelve costumbre quedarse en el mismo lugar por demasiado tiempo. Si lo asociamos a uno de los grandes dolores que puede vivir un ser humano te diría que, si no existiera la muerte no valoraríamos la vida y justo cuando tenemos una pérdida o la vivimos de cerca es que nos damos cuenta de que no tenemos todo el tiempo que quisiéramos para vivir y nuestros seres queridos tampoco.
No sé qué infelicidad es la que estás viviendo en este momento, quizás tiene que ver con la pareja, con la muerte de un ser querido, con una situación laboral – económica. La cuestión es que eso que estás pasando no lo puedes evitar porque ya está sucediendo, pero piensa, ¿Qué puedes hacer con eso que está pasando? ¿Qué puedes controlar y qué no?
Saber que depende y que no depende de ti es importante porque nos saca del pensamiento en bucle donde intentamos buscar solución a algo que no está de nuestra mano y eso nos da espacio para otras cosas, cómo preguntarnos ¿Para qué está pasando esto?
Claro está que la respuesta no es tan sencilla de encontrar, pero cambia la actitud ante la situación, pues “Si no puedes cambiar lo de afuera, cambia tú”.
Hace ya unos años encontré una oración que me ha servido mucho en los momentos de crisis y que quizás muchos puedan conocer, qué dice: “Dios concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar. El valor para cambiar las que sí puedo y la sabiduría para poder distinguirlas”. Y es tan importante saber distinguir lo que se puede o no cambiar como saber que la infelicidad, al igual que la felicidad no es un estado permanente, solo es un estado y en algún momento pasará, por eso siempre digo que disfruten de los cachitos de felicidad que nos da la vida justo en el momento que se presenten, del mismo modo que hay que dejar ser el dolor cuando toca, porque cuando le damos paso, lo sentimos y trabajamos es cuando se abre el camino a la gran oportunidad de convertirnos en nuestra mejor versión, esa que se vuelve más sabia. Friedrich Hölderlin, poeta lírico decía: “Cuando entro en mi infelicidad me siento más elevado”.
Permitir que la infelicidad sea oportunidad de crecimiento propio es darle un sí a la vida venga como venga, y recuerda que en la vida no hay cosas buenas o malas, hay experiencias por vivir.
Abrazo de luz.