Feliz entrada al mes de octubre queridos lectores, un mes que nos invita a soltar todo aquello que no nos deja avanzar y qué mejor ocasión hay para escribir sobre cómo y cuándo desprendernos de las pertenencias de quien ya no está en este plano físico.
Aunque suene frío en apariencia, es de vital importancia desprendernos de las cosas de nuestro ser querido, pero no solo de eso sino también de todas aquellas preguntas que nos quedan en el tintero y de las cuales queremos encontrar respuestas que no nos pertenecen, pues “lo que no se supo en vida es porque no tenía que saberse”.
Los primeros meses después de la muerte nos ayuda y reconforta estar rodeado de las pertenencias de esa persona. Primeramente, resulta un alivio para el alma porque sentimos como si aún no se hubiera ido, pero a medida que va pasando el tiempo debemos ir dando pasos que nos acerquen más al amor de lo vivido y no al dolor de lo perdido.
No es sano dejar un cuarto como si fuera un santuario vivo de alguien que ya no lo está, no es sano para ti, para la familia y ni siquiera lo es para la energía del hogar, entre muchas cosas por el hecho de que al dejarlo todo tal cual está, es como enviarle a nuestra mente la falsa idea de que algún día esa persona volverá, y eso es quedarse en la negativa de aceptar que ya no está y que su muerte es irreversible.
Sé que duele enormemente deshacerse de lo que crees que es lo único que te queda de esa persona, y digo crees porque realmente lo más valioso que se queda no está en sus cosas, está en tu corazón, en tu sentir y en el vínculo infinito y eterno que crearon juntos en vida. Ese que ni siquiera la muerte puede llevarse.
Por otro lado, y esto sucede mucho en las muertes repentinas, pueden quedar dudas ante muchas cosas de la vida de esa persona e incluso de su sentir hacia nosotros, y aquí quiero hacer hincapié en la importancia del respeto a la privacidad, porque, aunque esa persona ya no esté no quiere decir que tengamos derecho a saber cosas que nunca quiso contar. Tú sabes quién era esa persona, sabes lo que sentía por ti y esa necesidad de información tiene más que ver con eso que crees que te faltó por dar, que con el sentir de esa persona. No te atormentes con la idea de creer que no te quería o que le faltó algo de ti, pues estoy segura de que lo hiciste lo mejor que pudiste, con las herramientas que tenías en cada momento y en las circunstancias donde te encontrabas.
Suelta todas esas preguntas sin sentido y quédate con el amor de lo vivido, los momentos compartidos, un recuerdo, un olor, una sonrisa. Todo eso que te ayuda a avanzar hacia el camino para seguir adelante con la vida que esa persona ya no tiene, pero aún tú conservas, pues no se vale quedarse viendo el piso toda la vida por alguien que merece ser recordado desde el amor y no desde el dolor.
Recuerda siempre mi lema “El amor no entiende de finales, el amor entiende de amor”.
Finalmente les cuento cómo desprenderse de una forma amorosa y respetuosa de las pertenencias de un ser querido:
Es importante tener en cuenta de que si en casa hay más familia contemos con ellos a la hora de tomar decisiones, pues, aunque el dolor no todos lo sienten igual, todos han perdido a un ser amado y hay que respetar las opiniones y decisiones de cada persona.
Una vez hablado y acordado cada uno cogerá una cajita pequeña, que será la caja de recuerdos donde guardarán aquello que sienten importante para ustedes. Seguidamente comenzarán a clasificar todas las cosas en tres grupos:
- Todo aquello que se va a donar o regalar.
- Todo aquello que dudo en quedarme o no.
- Todo aquello que estoy seguro de que quiero quedarme.
Todo lo del primer punto lo distribuimos según lo acordado, y todo lo del segundo y tercer punto lo guardamos en cajas y dentro de un mes volvemos a hacer el mismo ejercicio con los tres puntos. Así hasta que solo quede ese detalle que queremos conservar con nosotros para el recuerdo.
Esta es una forma amorosa y respetuosa en tiempos para la familia de desprenderse de las cosas que ese ser querido dejó.
Deseo de corazón que esta información sea portadora de bendiciones y recuerden que el mejor recuerdo se atesora en el corazón.
Les envío un abrazo inmenso.
