| Feliz entrada al mes de agosto queridos lectores, ¡qué rápido pasa el tiempo! y con él la vida. Este mes quiero hablarles de las expectativas y de cómo nos condicionamos a nosotros y al otro a través de ellas. En cuántas ocasiones no has dicho eso de; “Yo lo habría hecho diferente (mejor)” o “Yo jamás habría actuado así”, probablemente al leerlas te resuenen mucho estas palabras, que si bien parecen inofensivas realmente vienen vestidas con un poco de juicio y superioridad, juzgando al otro por “su mala decisión” y creyendo que nuestra opción es la verdaderamente válida sintiéndonos superiores. ¡VÁLIDO! ¿Para qué o quién?, eso es algo que tiene tantos sentidos como personas hay en el mundo, pues absolutamente nadie tiene las mismas gafas para ver la vida, aunque cada ser humano en su soberbia cree que por las que mira son las únicas que debieran existir, las correctas y válidas ante cómo deberían ser las cosas. Eso está muy lejos de la realidad, por la sencilla razón de que cada ser es único y sus experiencias también lo son, a pesar e incluso de coincidir en mayor medida con la de otra persona. Ahora imagina esta escena: <<Una persona se encuentra paseando por la playa, lo bastante lejos del mar como para que el agua no le toque, pero lo bastante cerca para percatarse de que alguien que está bañándose se encuentra en apuros; se está ahogando. Esta persona se percata de la situación, pero queda parado gritando ¡Ayuda, ayuda!. Hay muy pocas personas alrededor y justo él está más cerca que los demás para acudir a rescatarlo, aunque solo es capaz de pedir ayuda con la voz. Finalmente, nadie llega a tiempo para salvarle>> Ahora te pregunto ¿Qué crees que habría pasado ahí?, ¡Exacto! el juicio hacia quién pedía ayuda comienza por parte de las personas que estaban cerca en el momento presente, pero no queda ahí, también por parte aquellos a quien les llega el comentario de lo sucedido con falta de información, y por parte de quien lee lo ocurrido en el periódico a sabiendas de que la realidad escrita ahí y contada por otros no es 100% exacta. ¿A dónde quiero llegar con todo esto? a que “Esa persona hizo todo lo que pudo, desde la circunstancia en donde se encontraba y con los recursos que tenía”, pues nadie sabe que esa persona tiene el gran dolor de haber perdido a un hijo ahogado en el mar porque a pesar de su prisa y esfuerzo por salvarlo no lo logró, y ahí es donde nos damos cuenta de que las gafas con las que uno ve la vida son muy diferentes a las del resto. Esta historia no es verídica; al menos no la que yo he descrito aquí, pero es de vital importancia darse cuenta de que solo podemos esperar del otro lo que posee y no lo que poseemos nosotros, pues si yo o cualquier otra persona estuviera en la misma situación, con las mismas circunstancias, recursos y creencias adquiridas lo habríamos hecho absolutamente igual, y no somos mejores o peores personas por eso; simplemente somos. Llevando esta teoría a lo cotidiano y nuestra vida diaria nos ahorraremos conflictos y malos momentos innecesarios, porque al ser conscientes de que el otro solo da lo que tiene desde lo que ha vivido, el juicio queda a un lado para abrir paso a la compasión, amor y comprensión de que no es mejor o peor, simplemente es como es y aceptar eso nos ayudaría a vivir la vida de otra forma más sana y si no somos capaces de llegar a la aceptación, alejarse y dejar ir es otra forma de amar. No esperes del otro lo que tu estás dispuesto a dar, simplemente da y la vida se va a encargar de que la energía venga de vuelta, no en la forma que tú quizás esperas, pero te sentirás recompensado siempre. Alejar el juicio de nosotros es un bien común, en el que la primera persona beneficiada eres tú. |
Abrazo de luz.